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lunes, 17 de agosto de 2020

Investigación en las universidades bolivianas: una asignatura pendiente

Articulo publicado en el Matutino Página Siete, el domingo 8 de abril de 2018 

https://www.paginasiete.bo/ideas/2018/4/8/investigacion-en-las-universidades-bolivianas-una-asignatura-pendiente-175622.html

Sin investigación no hay desarrollo. Vivimos en la era del conocimiento, y en la actualidad las sociedades se definen, caracterizan y estratifican en función a la generación masiva de conocimiento aplicado a la esfera económica. Históricamente, el proceso se inició después de la segunda revolución industrial, cuando comenzó a vincularse el conocimiento científico con el ámbito de la producción para lograr la eficiencia económica. 

En este campo, la tecnología ha jugado un papel clave, pues permitió desarrollar soluciones específicas para desafíos determinados. Hoy en día, la capacidad nacional para desarrollar métodos, tecnologías y conocimientos destinados a resolver problemas internos y mejorar la calidad de vida de sus habitantes define el nivel de desarrollo de un país. 

El impacto de la tecnología no se limita únicamente a la mejora de la vinculación entre conocimiento y producción; sino que  llega a transformar el mismo proceso de generación del saber.

 En el ámbito educativo, Carneiro afirma que “si el conocimiento es el motor de las nuevas economías, su combustible es el aprendizaje”.  

Existe un amplio reconocimiento del rol preponderante de la educación en el desarrollo de la sociedad, el cual en la actualidad se relaciona directamente con su capacidad para responder a los desafíos de la revolución tecnológica y científica de impacto global.  En el marco de los estudios del desarrollo, la educación supera la etiqueta de consecuencia del crecimiento económico, y viene a entenderse como una de las mismas fuentes de desarrollo, con impacto en las esferas política y social. 

En este ámbito, la universidad ocupa un papel predominante como generadora de conocimiento y propulsora de investigación científica y tecnológica. En Bolivia, durante los últimos años se han dado a conocer diversas iniciativas en cuanto a políticas universitarias destinadas a incrementar la cantidad de investigaciones y de investigadores.

Según el Centro Interuniversitario de Desarrollo, CINDA, entre los años 2009 y 2014, la cantidad total de docentes del sistema público universitario que desarrolló investigaciones se incrementó de 732 a 1.015, de los cuales prácticamente la mitad pertenece a ingeniería, tecnología, ciencias puras y naturales. 

El número de auxiliares de investigación (en su generalidad estudiantes involucrados en la investigación), se incrementó de 357 a 631. Asimismo, los programas de doctorado se han incrementado de 3 en 2009, a 35 en 2015. En 2016, el 88% de los investigadores eran docentes universitarios, mientras que el 12% restante se encontraba en empresas públicas y privadas.   

En las universidades públicas se ha propiciado la creación de institutos de investigación para fortalecer las metas de generación de conocimiento. Desde 2010, esas instituciones han crecido en el 52%, actualmente se cuenta con 212 institutos.

 El 45% de ellos corresponde al área de ingeniería y tecnología y el mayor número de investigaciones se desarrolla en esta área.

De forma paralela, se han ejecutado dos versiones de la Feria Nacional Universitaria de Investigación que pretende promover el desarrollo y difusión de proyectos de investigación, actividades científicas, tecnológicas y de innovación realizadas en universidades.

A pesar de la realidad planteada mediante estos números, el panorama no es satisfactorio. La falta de investigación y de generación de conocimiento es notoria. 

Según el informe Educación Superior Universitaria en Bolivia, elaborado por Rodríguez y Weise en 2006 para la Unesco, la contribución boliviana universitaria a la producción científica internacional es “escasa y marginal”. 

“No se aprecia un volumen significativo de difusión de la investigación científica, tanto por parte de las entidades especializadas, como de universidades públicas y privadas, lo cual hace que se desconozca la producción científica, ya que lo poco que se hace no se divulga, o se hace muy limitadamente. Esa es una de las razones por las cuales no se posee información cuantitativa confiable sobre la producción científica y tecnológica”.

Esta descripción narrativa encuentra un sustento numérico en la base de datos del Banco Mundial, que da a conocer la cantidad de estudiosos y técnicos dedicados a investigación y desarrollo por cada millón de personas entre  2005 y 2015, el porcentaje del gasto del Producto Interno Bruto en el mismo lapso, así como el número de artículos publicados en revistas científicas y técnicas en el año 2013. 
Según los datos publicados por esta entidad multilateral (véase el link http://wdi.worldbank.org/table/5.13),  Bolivia es el país que cuenta con menos peritos dedicados a investigación y desarrollo por cada millón de personas dentro del entorno de los países limítrofes, pues cuenta únicamente con 166 expertos, mientras países como Argentina o Brasil cuentan con 1202 o 698 científicos respectivamente. 

En cuanto a la publicación de artículos en revistas científicas y técnicas, Bolivia ocupa el penúltimo lugar con 89 trabajos impresos en 2013, mientras que la cantidad de artículos publicados en el Brasil alcanza los 48.622, o los 648 artículos en el Perú durante el mismo lapso. 

Finalmente, el porcentaje del Producto Interno Bruto destinado a investigación y desarrollo en nuestro país alcanza el 0,16%; solamente Paraguay y Perú quedan detrás de Bolivia en el entorno de los países vecinos. Brasil es el primer inversor con un 1.17% de su de su producto interno bruto destinado a I+D.

Paralelamente, en enero de 2018 el Laboratorio de Cibermetría del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de España, publicó la última versión del ranking web mundial de universidades, o web-o-metrics. 

Esta lista agrupa a más de 15.000 universidades y 5.000 centros de investigación en el mundo y se actualiza cada seis meses. El primer puesto es ocupado por la Universidad Mayor de San Simón de la ciudad de Cochabamba, en el número 3.045 del ranking mundial, lo cual significa que existen más de tres mil universidades cuya producción científica publicada y visible en la web es mayor. 

Le siguen la Universidad Mayor de San Andrés (puesto No. 3.760), la Universidad Católica Boliviana San Pablo (puesto No. 4.692), la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (puesto No. 5.006), y la Universidad Privada Boliviana (puesto No. 5427).

Acerca de las razones por las cuales no se realiza mayor investigación en Bolivia, existen diversas opiniones. Para la presidenta de la Asociación de Innovadores y Emprendedores de Base Tecnológica, y docente de la Universidad Privada de Santa Cruz (UPSA), Karen Infantas, existen varios problemas que se relacionan con las universidades en el ámbito público y privado. 

En el sector público resalta el tema de la carga horaria y la diferencia entre docente e investigador: “En las grandes universidades generalmente de carácter público, se encuentran docentes que tienen carga horaria de investigación. En cambio, en las universidades privadas no hay ese ítem pagado de investigación. Por ello, algunos entes certificadores no consideran la investigación como la razón de ser de nuestras universidades, y por tal razón las clasifican meramente como centros de formación”.

La falta de incentivos es un aspecto muy importante  pues, según Infantas, “se sigue viendo el tema de la investigación como algo ad honorem y eso origina que los docentes no le dediquen tiempo real y efectivo porque no tienen horas asignadas para esta labor sobre todo en las universidades privadas”.

 Finalmente, Infantas expresa que en otros países tales como Colombia, la actividad tecnológica está regulada de forma transversal y cuentan con un Ministerio de Ciencia y Tecnología y un Viceministerio TIC, cuya influencia estratégica se esparce en todos los ámbitos productivos, y no solo en educación.  

Para Mohammed Mostajo R., presidente de los Clubes de Ciencias de Bolivia, y docente de posgrado en la Universidad de Harvard, varios factores explican esta situación:

– La distinción entre ciencia y aplicaciones de la ciencia. “Ciencia pura es, por ejemplo, investigación en el desarrollo del cerebro; en cambio una aplicación de las ciencias es por ejemplo la purificación de litio, construcción de robots, etcétera.

 Las ciencias puras producen más retorno a un país (en promedio   30 dólares por un dólar invertido) pero son proyectos a largo plazo, mientras que las aplicaciones de ciencia producen poco, pero dan un resultado tangible en poco tiempo”.

– El Gobierno es uno de los responsables de esta situación, pues no destina dinero a investigación, o si lo destina es muy poco, “entonces hay poco incentivo para que una persona comience una carrera científica”.  

– Las universidades también tienen responsabilidad en este tema, debido igualmente a la falta de incentivos otorgados a la investigación: “En Estados Unidos tenemos el sistema de tenure, es decir que cuando una universidad te recluta como catedrático, te da una cantidad de dinero y 7 años para que te conviertas en el experto mundial en tu tema. Después de ese lapso realizan una revisión de tus logros y deciden si darte un contrato permanente o no. Después de ese periodo ya estás posicionado para conseguir buenos financiamientos, seguir publicando, y aportar a la universidad”.

– La confusión entre calidad y cantidad que hace que la opción de muchos investigadores sea apostar por la cantidad en desmedro de la calidad: “muchas veces veo currículos de investigadores con 10-15 publicaciones en revistas de poco impacto”. 

En ciencias tenemos el factor de impacto,  que es una manera de calificar a las revistas científicas. Publicar  un artículo en revistas como Science, Nature o Cell,  es muy difícil y exige años de trabajo, pero es un artículo que la comunidad entera leerá, porque son revistas que marcan tendencia en las ciencias”, expresa Mostajo.

A partir de los datos expuestos, queda claro que la actividad académica no es suficiente. Debe estar ligada a las tareas científica y tecnológica en las universidades. Hoy en día no basta con enseñar, hay que producir conocimiento si es que se desea ingresar en el espectro académico mundial. 

En otros países existe una apreciable cantidad de revistas, libros especializados y otras publicaciones, así como redes que están a disposición pública, que difunden información actualizada sobre avances y resultados de las labores científicas y de innovación. 

El desafío de la educación superior en el país  es contribuir al avance del conocimiento científico, que se traduzca –además– en propuestas tecnológicas destinadas a colaborar en la resolución de los problemas que afectan a nuestra sociedad. 

A todo esto, en países como el nuestro se suma la responsabilidad de lograr calidad educativa y equidad en el acceso al conocimiento. La universidad debe estar a la altura de sus responsabilidades, no existe otra alternativa si quiere contribuir al desarrollo. En suma, a las universidades bolivianas les queda todavía mucho camino por recorrer.

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